"Esta pasión lo había absorbido por entero, apenas comía, ya no dormía, pero soñaba noches y días enteros con su idea fija: los libros."
GUSTAVE FLAUBERT, Bibliomanía

domingo, 24 de junio de 2012

78. LIDIA FALCÓN SIGUE EN LA BRECHA


Este país ha dado y sigue dando mujeres valientes, capaces de exponerse, de luchar por sus convicciones, de resistir embates ciertamente dolorosos, de no cejar en el empeño. De Clara Campoamor a Concepción Arenal, de Emilia Pardo Bazán a “las trece rosas”. No exagero si digo que LIDIA FALCÓN es una de ellas. Comprometida con el feminismo desde sus más tiernos años ahora, instalada desde hace tiempo en la madurez, sigue enarbolando labia y pluma para defenderlo.
Hay quien cree que el feminismo ya no es necesario, que los logros fundamentales ya han sido alcanzados. No sabe hasta qué punto se equivoca y cómo, hoy más que nunca, en estos tiempos de extravíos y enmiendas a totalidad, hay que retomarlo con ímpetu allí donde parece haber quedado adormecido. ¿Adormecido, silenciado, ninguneado, ridiculizado? Para quienes creemos en la igualdad real entre los sexos es el único camino.
Queriendo dar testimonio de sus 50 años de feminismo, de lo necesario que sigue siendo y anunciar que sigue en la brecha, Lidia Falcón ha publicado un nuevo tomo de memorias, La pasión feminista de mi vida (El Viejo Topo), y sobre él he escrito.

domingo, 3 de junio de 2012

77. UN AÑO DESPUÉS, CARA Y CRUZ DEL 15-M

Que tanto su dispersión como su escasísima capacidad autocrítica son algunos de los máximos defectos del necesario y aún vivo movimiento 15-M, creo que es algo que compartimos muchos. Otra cosa es qué futuro le vemos unos u otros, y asimismo hacia qué rumbo pensamos que debería encaminar sus pasos y hacia donde creemos que no debería encaminarlos en modo alguno.
Doce meses después de su alumbramiento, el movimiento ha demostrado tener aún sangre en las venas y un corazón bombeante al salir sus miembros de nuevo a las plazas, donde las autoridades no dejaron que permanecieran, acaso para evitar que se quedaran afónicos en vano y acaso para ahorrarnos a los demás la pasta que cuesta devolver las plazas a su estado original después de que una horda de jóvenes airados las ocupen (me niego a poner la "k"). Porque es de suponer que quien deja la plaza como hace un año dejaron la Plaza de Cataluña no sólo no paga impuestos sino que poco le preocupan los dineros públicos, esos que son de todos y sirven para costear la sanidad, la educación y hasta la manutención de recién llegados que arriban a nuestras costas huyendo de realidades bastante menos esperanzadoras que la nuestra.
Un año después de esa explosión de cabreo, de ese sano ejercicio de protesta, he querido dar mi opinión al respecto: